resistencia a la insulina

LA REVOLUCION DE LA GLUCOSA, Jessie Inchauspé, 2022

hola Persona Humana!

Todo el mundo sabe lo que es la diabetes tipo II, pero poca es consciente que el paso anterior a padecerla es sufrir resistencia a la insulina.

Antes de explicar qué es la resistencia a la insulina hay que entender qué es la insulina y qué función tiene en el cuerpo. La insulina es una hormona peptídica (compuesta de aminoácidos) sintetizada en las células beta del páncreas, y su principal función es regular el metabolismo de los hidratos de carbono.

La insulina actúa como «una llave» que abre las puertas de la célula, permitiendo la entrada de la glucosa desde el torrente sanguíneo a su interior. Así, la insulina, al unirse a su receptor, provoca una cascada de señales que lleva a la movilización del transportador de glucosa a la superficie, entrando la glucosa y disminuyendo los niveles en sangre.

La resistencia a la insulina consiste en una pérdida de sensibilidad de muchos tejidos del cuerpo a la acción de esta hormona; o lo que es lo mismo, una falta de respuesta biológica a niveles normales de insulina.

Es decir, se produce un fallo en la cascada de señales que provoca que NO se movilicen los transportadores de glucosa a la superficie celular. Esto produce que la glucosa no pueda entrar en la célula, permaneciendo en la sangre.

Debido a la falta de efecto de la insulina, el páncreas comienza a producir más insulina para conseguir mantener los niveles de glucosa en sangre estables (hiperinsulinemia compensadora). Esta hiperinsulinemia facilita la ganancia de peso en grasa (lipogénesis), lo que unido al sedentarismo y otros factores acaban provocando unos niveles de glucosa en sangre elevados

Si el exceso de peso (principalmente el que se acumula en la cintura), la falta de ejercicio y la alimentación no se corrigen, la resistencia a la insulina puede ir aumentando hasta producir una Diabetes Mellitus (tipo 2), definida como: valores de glucemia igual o mayores a 126 mg/dL en ayunas (o igual o mayores de 200 mg/dl tras una sobrecarga oral de glucosa, o en cualquier momento en presencia de síntomas); o de hemoglobina glicosilada igual o mayor a 6,5%.

La resistencia a la insulina es, pues, el paso previo al desarrollo de diabetes mellitus tipo 2.

El motivo por el cual esto ocurre está vinculado a una exposición prolongada a niveles elevados de insulina, a lo que se llega abusando de alimentos con alto índice glucémico, especialmente los azúcares simples.

El impacto que tiene la resistencia a la insulina es tan intenso que se cataloga esta condición como prediabetes, y alguna de las consecuencias que acarrea, además de alterar el metabolismo de la glucosa, son las siguientes:

  • Hiperinsulinemia
  • Hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia
  • Hipertensión arterial
  • Enfermedad del hígado graso no alcohólico
  • Riesgo de ciertos tipos de cáncer (endometrio, colon, mama)
  • Enfermedad de Alzheimer
  • Fibrilación auricular, disfunción diastólica y albuminuria
  • Niveles elevados de ácido úrico
  • Síndrome de ovario poliquístico
  • Hiperandrogenismo y anomalías en la reproducción
  • Sobrepeso
  • Problemas para transportar oxígeno.
  • Debilitamiento de aparatos y sistemas.

Cómo prevenirla

La prevención consiste en evitar aquellos factores de riesgo sobre los que podemos actuar, como el sobrepeso o la alimentación inadecuada entre otros. Por esto, es recomendable:

  • Realizar ejercicio físico moderado, tanto de resistencia como de fuerza. El ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina en los músculos y aumenta su captación de glucosa de forma independiente a la insulina.
  • Evitar alimentos de alto índice glucémico. El índice glucémico es una medida de la rapidez con la que un alimento puede elevar el nivel de glucosa en la sangre. Los alimentos con azúcar como: la bollería, los refrescos, el pan blanco, la patata, el arroz y las pastas refinadas, etc. tienen un alto índice glucémico. Los alimentos en su forma integral (pan, pasta, arroz, etc) tienen menor índice glucémico y son más saludables.
  • Incluir grasas saludables como las presentes en aceite de oliva y frutos secos, priorizando los alimentos de origen vegetal frente a los de origen animal. Evita las grasas saturadas y especialmente las trans.
  • Evitar el consumo de alcohol i tabaco.
  • Mantener una higiene del sueño saludable, intentando mantener los horarios.
  • Controlar el estrés. Técnicas como la respiración diafragmática o el mindfulness son de gran utilidad para muchas personas.
  • Cuidar las relaciones personales, de manera que sean enriquecedoras y saquen lo mejor de nosotros.

Es muy importante que evites llegar a esta situación, puesto que, como ves, te acarreará una cascada de problemas de salud.

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