CUIDA TUS HORMONAS: CLAVES PARA TU SALUD FISICA Y EMOCIONAL, Edgar Barrionuevo & David Moreno, 2018
Hola Persona Humana!
Estrés, esa palabra tan común en nuestra sociedad.
Desgraciadamente, el ritmo de vida actual dista mucho de ser el que desearíamos. ¿Cuántas veces anhelamos que llegue el fin de semana para apagar el despertador, escaparnos al mar o a la montaña, relajarnos y respirar aire puro? De hecho, es fisiológicamente normal que nuestro cerebro y nuestro cuerpo busquen paz, naturaleza, comida real y descanso. Son estímulos «salvajes» que hemos recibido desde nuestros orígenes y que poco a poco han ido menguando.
Estrés Agudo: Adrenalina y Noradrenalina
Fisiológicamente, el estrés es una estrategia de supervivencia puntual que, evolutivamente, nos permitió salvar nuestras vidas.
Al exponernos a una situación de estrés agudo, el cuerpo activa el sistema nervioso simpático, con la consiguiente liberación de hormonas como adrenalina y noradrenalina, las cuáles generan la respuesta necesaria para escapar de la situación de estrés puntual (como huir de un león o conseguir no ahogarnos), mantenernos despiertos o superar un reto o dificultad.
Además, esta situación permite preparar nuestro cuerpo para la respuesta de «lucha» o «huida» ya que la mayor parte de energía se dirigirá al sistema muscular, respiratorio y circulatorio para aumentar la tensión muscular, frecuencia cardíaca y la tensión arterial, necesarias para un enfrentamiento o un sprint.
Resumiendo, un estrés agudo genera una rápida respuesta de corta duración (30-50 minutos) en la que la adrenalina y noradrenalina tienen un papel clave.
Hoy en día siguen siendo útiles, por ejemplo, si se me escapa el autobús y llego a tarde a una reunión muy importante, se activa esta respuesta aguda fisiológica para que pueda correr y cogerlo.
Estrés Crónico: Cortisol
Una vez ha finalizado la situación de estrés agudo, si continuamos estresados, entra en escena el conocido cortisol.
Fisiológicamente, la inflamación generada por la activación del sistema nervioso simpático es insostenible a largo plazo. Por esta razón, una vez transcurridos entre 30 y 50 minutos, se empieza a generar la hormona CRH. Ésta actúa en la hipófisis liberando ACTH, que a su vez controla la producción de cortisol en las glándulas suprarrenales.
El cortisol tiene como función modular la inflamación puntual que genera el estrés agudo y frenar esa respuesta de estrés agudo. Por lo tanto, unos niveles adecuados de cortisol cumplen funciones beneficiosas:
- Control del sistema inmune y efecto antiinflamatorio
- Regulación circadiana junto a la melatonina → Necesitamos una subida de cortisol a primera hora del día. Esto nos permite activarnos, despertarnos y afrontar el día. Este pico de cortisol disminuye por la noche y permite que la melatonina aumente, facilitando la conciliación del sueño.
- Incremento de la función cognitiva → En cantidad óptima, el cortisol activa neuronas y receptores NMDA que sirven para incrementar la función cognitiva y la memoria.
El problema ocurre cuando estas situaciones de estrés se prolongan a lo largo del tiempo y el cortisol se mantiene muy alto durante días, meses o incluso años.
Haciendo una analogía, altas cargas de trabajo, relaciones complicadas o problemas familiares pueden ser situaciones de estrés sostenidas que afecten a nuestro organismo… Durante el estrés prolongado, el cuerpo activa los mismos mecanismos, pero al no resolverse, niveles altos de cortisol se mantienen en el tiempo. Fisiológicamente, para el cuerpo es como si te estuviera toda la vida persiguiendo un león…
Como verás a continuación, esto tiene consecuencias negativas a largo plazo.
Consecuencias de un eje de estrés mantenido en el tiempo
Primera fase: Mantenimiento del cortisol elevado
- Aumento de la presión arterial → Otro tipo de hormonas, a parte del cortisol, también son producidas bajo la estimulación de ACTH. Una de ellas es la aldosterona, que llevará a la producción de vasopresina aumentando la presión arterial.
- Dificultad para perder peso → El cortisol provoca la liberación de glucagón en el hígado, el cual libera constantemente glucosa en sangre. Si tenemos siempre glucosa disponible a nuestro cuerpo le va a costar mucho más quemar grasa.
- Pérdida de masa muscular → En una situación de estrés, nuestro organismo puede verse afectado: el cuerpo va a ahorrar energía, con lo que va a costar destinar esa energía a procesos de crecimiento y mantenimiento muscular.
- Dolores articulares → El cortisol puede provocar un desequilibrio en el balance síntesis-destrucción de hueso, favoreciendo la resorción ósea y disminuyendo la absorción de calcio, resultando en una baja densidad mineral ósea.
- Problemas metabólicos y resistencia a la insulina → La insulina es la hormona que permite la entrada de glucosa en todos los tejidos del cuerpo para generar energía. Sin embargo, por jerarquía de prioridades vitales, cuando tenemos una situación de alarma, el cuerpo destinará la energía a resolver la inflamación y evitará que esa energía se pierda en otros tejidos mediante la generación de resistencia a la insulina. Como resultado, las células serán menos sensibles a la insulina y tendremos más insulina y glucosa en sangre, provocando el síndrome metabólico, diabetes, hipertensión…
- Problemas digestivos → Para promover una buena funcionalidad digestiva, es necesario que se active el sistema nervioso parasimpático, de relajación. Si por el contrario, tenemos estrés, el sistema nervioso simpático activo, se priorizan funciones corporales de lucha u huida, por lo que se van a ver deterioradas múltiples funciones digestivas, propiciando la aparición de distintos trastornos funcionales.
Segunda fase: Fatiga adrenal y agotamiento del cortisol
También debemos considerar que llegados a un punto, la glándula adrenal se puede fatigar y dejar de sintetizar cortisol, y esto también tiene consecuencias negativas:
- Infecciones de repetición y alergias → Debido a la función antiinflamatoria del cortisol, si tenemos a la larga bajos niveles tenderemos a la inmunosupresión y por lo tanto estaremos más expuestos a patógenos y alergias.
- Problemas en el ciclo menstrual: Amenorreas y hipotiroidismo → En una situación de estrés crónico, si el cerebro percibe que no hay energía, va a inhibir todo el eje reproductivo y tiroideo, ya que son procesos muy demandantes energéticamente. El resultado serán amenorreas e hipotiroidismo.
- Alteración del sueño por la desregulación en la melatonina → Es necesario que se genere una subida de cortisol por la mañana y una bajada por la tarde para que la melatonina pueda aumentar. Si tenemos el cortisol muy alto durante el todo día, será difícil que suba la melatonina. De la misma forma, si tenemos cortisol bajo todo el día por fatiga adrenal, tampoco subirá la melatonina.
- Cansancio, apatía y dificultad para empezar el día → Como hemos comentado, el cortisol es necesario para empezar el día con energía y afrontar las tareas con motivación. Si estamos fatigados y no generamos suficiente cortisol, nos costará empezar el día y estaremos más cansados.
Y la eterna pregunta: ¿Cómo solucionar el estrés?
Aquí hemos aprendido que el estrés mantenido en nuestro organismo a largo plazo afecta múltiples funciones de nuestro cuerpo y puede afectar gravemente nuestra salud. Ahora, ¿cómo podemos mejorar o revertir esta situación?
Afortunadamente, tenemos muchas herramientas para paliar el estrés, así como mejorar nuestro nivel de vida. Por ejemplo, la actividad física regular, la meditación o técnicas de relajación, son actividades altamente recomendadas.
Todavía no se toman del todo en serio y no están instauradas en nuestra sociedad, que las percibe más bien como un hobby que como herramientas efetivas.
Si bien estas técnicas tratan de modular la sintomatología, es cierto que no tratan el problema de raíz. De hecho, la toma de decisiones, la individualización, el contexto biopsicosocial de la persona serán piezas que se deberán encajar para erradicar las causas de estrés de cada persona, entendiendo su vida, su situación y su particularidd.