WHO MOVED MY CHEESE?, Spencer Johnson, 1998
Seguimos!
Hola, los «conflictos» son situaciones en las que:
- Dos o más partes entran en conflicto u oposición.
- Las posiciones, intereses, necesidades, deseos o valores de dos o más partes son incompatibles o percibidas como incompatibles.
- Hay un alto nivel de emocionalidad.
- La relación entre las partes puede salir reforzada o deteriorada en función del manejo del conflicto y del proceso de su resolución.
El conflicto es un elemento inherente a las relaciones humanas, y aunque culturalmente lo vivamos como algo negativo, es el motor de las sociedades y fundamental para cambiar y evolucionar, tanto a nivel individual como colectivo.
Nos indican que hay algo que ya no funciona, que hay que modificar.
Los conflictos son, en realidad, oportunidades. ¿De qué?
De crecimiento, de evolución, de innovación, de desarrollo, de creatividad. Al fin y al cabo, de avance, de mejoría y de transformación.
El conflicto coloca la diversidad y la diferencia en el punto de mira, como un valor.
Pero para ello hay que ser consciente de este significado y valor positivo del conflicto y saber gestionarlo.
Si no es así, «conflicto» pasa a significar sufrimiento, malestar, frustración, angustia, incluso violencia. En estos casos se produce una disfunción, algo que perjudica a las partes implicadas.
El punto crucial que hay que tener presente es que el conflicto es inevitable. Como todo lo inevitable, hay que aprender a afrontarlo. Es necesario disponer de competencias personales para actuar de forma proactiva y adecuada frente a los mismos.
¿Y cómo se aprenden?
Afrontándolos desde pequeños. Los pequeños, según su edad, surgen problemas propios de cada etapa. Como adultos, no debemos interferir en ellos: ni intentar solucionarlos, ni evitarlos, ni darles más o menos importancia de la que tienen para el niño o la niña. Todos tenemos los recursos necesarios para solucionar nuestros propios problemas. Sólo necesitamos practicar. Para que, poco a poco, vayamos reconociendo dichas habilidades y podamos desplegarlas en toda su magnitud, de manera asertiva y sin sensación de victoria o de derrota, sino de cooperación.
Como digo, el estilo de afrontamiento es crucial en estas situaciones: competición, evitación, acomodación o cooperación. El que escojamos, marcará la diferencia.
Evitar el conflicto no es no tener un conflicto. Acomodarte a él, tampoco. Competir nos hará también sufrir, porque no siempre ganaremos. Sólo cooperar y negociar con la otra parte, hasta conseguir mejorar la situación de ambas, reportará una verdadera victoria para todos.
¿Cómo vives tú los conflictos del día a día?
Gracias por seguir ahí!