ANALFABETEN SOM KUNDE RäKNA, Jonas Jonasson, 2013
Seguimos!
Hola, ¿has intentado alguna vez NO leer un texto que tienes delante? Es imposible: si lo miras, lo lees. O no entender un idioma que sí dominas? ¿O bailar mal si sabes bailar? ¿O desafinar si eres cantante?
El conocimiento crea un antes y un después: si conoces la importancia real de comer o de entrenar de cierta manera, lo harás, ya no podrás no hacerlo o “hacer ver” que no lo sabes.
Si subes a una bicicleta, no puedes hacer ver que no sabes usarla.
Es inevitable hacer bien lo que se sabe hacer. El conocimiento te conduce inexorablemente a la acción. Y no a cualquier acción: te conduce a la acción correcta.
Cuando ya te has informado, cuando ya sabes algo, es imposible volver atrás.
El conocimiento crea un antes y un después. Clarísimamente.
Así que cuando se trata de mejorar tus hábitos, la cosa funciona igual: necesitas entender lo que vas a empezar a hacer, es decir, hacerlo con un cómo y con un por qué.
Primero infórmate, asimila, transforma tus creencias y valores, integra, transfórmate, cambia incluso de identidad, y, una vez lo tengas claro, pasa a planificar y a implementar el cambio de hábitos. Ese es el orden.
No sirve de nada lanzarse -con mucha motivación al principio pero sin un por qué-, a hacer cosas que no entiendes, por obligación o por moda, y que no tienen sentido para ti.
En lo que respecta a los hábitos saludables, si un día decides saltarte un buen hábito, será con pleno conocimiento y responsabilidad de tu decisión. No será por falta de voluntad. La toma de decisiones se volverá más fácil y coherente cuando haya un conocimiento que lo respalde.
Por eso hablo de “informarse-integrar-transformarse”, porque el conocimiento te convierte en otra persona, te acerca a esa persona que quieres llegar a ser.
Cuéntame cómo lo ves tú!
Gracias por estar ahí!