MR GWYN, Alessandro Baricco, 2011
Seguimos!
Hola, dime, ¿cómo estás hoy? Cómo te sientes? Lo sabes?
Te animo a que pares, te detengas, te observes, y conectes con lo más profundo de tu ser para poder decirme cómo estás gestionando tus emociones en el día de hoy.
¿Por qué digo ésto? Cada día que pasa me doy más cuenta de lo importante que es aprender a escucharnos y a respetarnos en lo que sea que estemos sintiendo, aunque no nos guste o no lo entendamos.
Rebobinemos un poco: ¿cuáles son las emociones básicas? En 1983, a raíz de un estudio y recogiendo aportaciones de autores anteriores, Ekman y colaboradores propusieron patrones para seis emociones diferentes que consideraron universales y biológicamente básicas: tristeza, ira, alegría, miedo, sorpresa y asco.
Ésta lista de emociones básicas se convirtió en la propuesta con mayor aceptación, recibiendo el nombre de Las Seis Grandes Emociones (The Big Six). Se consideran básicas en dos formas: psicológica y biológicamente, debido a que no contienen otras emociones y a que son innatas.
Las emociones están ahí porque tienen su función. La tristeza, por ejemplo, nos derrumba, hace que nos recojamos en nosotros mismos, nos aísla para sanarnos en algún punto. La ira (sinónimo de rabia) nos mueve con foco para que exijamos límites. La alegría nos hace regocijar, celebrar, nos anima a seguir explorando. El miedo anticipa una amenaza o peligro, nos ayuda a sobrevivir, deteniéndonos.
Las emociones, pues, te informan de algo.
Solemos liarnos y mezclar emociones. Nadie nos ha ayudado a identificarlas, a diferenciarlas ni a gestionarlas. Incluso puede que nos hayan enseñado a disimularlas, a no expresarlas, y hasta a negarlas, porque en nuestra familia y en la sociedad no son bienvenidas: así, en muchas más ocasiones de las que creemos, la ira está tapando una profunda tristeza que no sabe salir a la luz. El miedo también solemos esconderlo en lo más profundo de nuestro ser, racionalizando, a través de excusas y falsos argumentos, la parálisis a la que nos evoca hasta impedirnos llevar la vida que deseamos.
Te invito a que, hoy, no huyas de lo que sientes. Aunque no lo entiendas. Transita a través de tu emoción, solamente sintiéndola. Sin taparla, sin negarla, sin tampoco exagerarla ni dramatizar. Solamente deja que esté ahí, obsérvala, conócela, permite que te acompañe.
Tanto si tienes lo que se llama «un buen día» como si lo tienes «malo». La idea es que lo que sientes no pase desapercibido, vívelo con consciencia. Ésto es lo que predica la práctica del mindfulness, de la que hablaremos otro día.
En cualquier caso, sé consciente de que lo que sientes hoy, y mañana será otro día.
Gracias por seguir ahí!